
Cualquiera que se atreva a decir que nunca ha sentido ira en su vida, solo trata de engañar a los demás, pero me atrevería a decir que se quedara en el intento, ya que como bien sabemos no es más que una mentira. Todos, incluso los más tranquilos y correctos -hasta los que han hecho votos de santidad ante Dios- han sentido ira en algún momento, aunque sea en un fugaz instante. Puede ir desde un simple impulso hasta un pensamiento aberrante, así que no digas que nunca la has sentido.
Siempre estará relacionada con la venganza, el arrebato, los celos, el egoísmo, resentimiento y odio. Las causas que pueden llegar a desencadenarla son muchas, entre ellas están la envidia, la traición, la lujuria, y la frustración. Pero no solo la sentimos contra alguien más, también podemos llegar a sentirla por nosotros mismos; cualquier momento en que el pensamiento de enojo pasó por nuestra mente, ahí estuvo presente la ira.
Ahuevos...
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